Carmen San Antón Pedernales
Roncas?, Yo, sí
Ha estado fuera de casa una semana. Al volver, parece otro. Cuando nos acostamos, me ha acariciado con mucha ternura. Me ha dicho que no volverá a atormentarme con lo de mis ronquidos, y me ha extrañado que ahora se le ocurra esa idea. Desde que nos casamos- será más exacto decir desde un par de años después de habernos casado- suele despertarme, zarandeándome, varias veces cada noche: "ya estás roncando otra vez, roncando como una bestia; qué pena que no puedas oírte". Y yo jamás hice otra cosa que pedirle perdón. Muchas veces me echaba a llorar, lo que servía para irritarlo más aún: "cállate ya: primero ronquidos y ahora lloros. ¿Es que no voy a poder dormir tranquilo?". Así una y otra noche, desde hace cinco años. Y yo nunca me quejaba, solo le pedía perdón. Hasta fui al médico, a ver si eso de los ronquidos tenía algún remedio, y me dijo que no.
Ahora, esta noche, me ha acariciado, me ha pedido perdón, me ha dicho que soy una santa y él un bruto. Y que nunca se perdonará haberme hecho sufrir tantas y tantas noches. El viaje lo ha cambiado extrañamente. Ha estado fuera una semana, en no sé que congreso al que asistió por cuenta de su empresa. "Por lo menos- dijo al marcharse- estaré una semana sin escuchar tu orquesta. Dormiré a pierna suelta". Eso es lo que me dijo. Y ahora, al volver, me pide perdón por todo lo que me ha hecho sufrir. Y por todo lo que he callado. "Porque tú-me dice- podías haberme dicho que yo ronco también, no sé si tan escandalosamente como tú, pero ronco toda la noche". Es cierto que ronca. Y que nunca se lo dije para no humillarlo. Pero ahora él sabe que ronca y me pide perdón y todo se ha arreglado. Y me abraza, y me dice que soy una santa y él un miserable.
Todo ha cambiado, ya lo dije, a la vuelta de su viaje. Estuvo en un congreso en Palma de Mallorca, viene más moreno, más alegre y hermoso, más tierno.
Nunca le preguntaré quién le ha dicho que ronca.
José Hierro, en M.I. Carnicero (y otros),
Prosa hispánica contemporánea, Vicens Vives.