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Foto del escritorCarmen San Antón Pedernales

UN CUENTO CHINO.



Erase una vez una joven mujer casada que no soportaba a su suegra con la que compartía la casa familiar. La situación empeoraba cada día y no parecía que tuviera solución, dado que ocurrió en un tiempo en que el respeto y la obediencia hacia los mayores era de estricto cumplimiento y naturalmente, no existía ni el divorcio ni nada parecido y la infelicidad en el hogar era algo totalmente asumido y cotidiano.


Nuestra joven mujer no estaba dispuesta a tolerarlo. Solo había una solución, que la vieja muriera cuanto antes.


Decidió, pues, visitar a una curandera, experta en hierbas para que le ayudara a abreviar sin sospechas, la vida de su desagradable suegra. La curandera era la depositaria de todos los secretos de la aldea y todos confiaban en ella lo mismo para la vida que para la muerte.


La herbolera le recibió y después de conocer su historia decidió ayudarla.

Tengo la solución, le dijo, he aquí este frasco lleno de varias plantas. Cada día echarás un puñadito en el té o en un caldo de tu suegra y ella morirá pronto, ya lo verás, y nadie sospechará nada. Eso sí, le dijo, tu trato con ella deberá ser exquisito, escucharas lo que te diga, no discutirás, la tratarás con cariño y comprensión.

Es necesario que así sea para no levantar sospechas y si alguien te pregunta, dirás que tu relación ha mejorado por que deseas la paz y prosperidad de la familia de tu esposo como es tu obligación.


Nuestra mujer volvió a casa muy animada, decidida a ejecutar el plan.

Todos los días añadía las hierbas venenosas en las bebidas de su suegra y se mostraba servicial, amable y gentil. La mujer estaba encantada; en su vejez tenía alguien que le escuchaba y le sonreía. Así siguió la relación, con el veneno y la amabilidad, se iban acostumbrando la una a la otra, la vida de la suegra había sido larga e interesante y a la joven cada día le interesaba más y más.

Decidió que echaría poco veneno...ya no tenía tanta prisa, pero siguió con su plan.


Llegó el día que empezó a asustarse, su suegra le gustaba y no quería matarla, así que salió corriendo en busca de la curandera, tremendamente alarmada, estaba decidida a buscar plantas que contrarrestaran los efectos del veneno.


Cuando pudo hablar con ella, le explicó que había cambiado de opinión, no quería que muriera, al contrario, era una persona muy valiosa en el hogar.

!Ayúdame!, dijo. Si muere por mi culpa, no me lo perdonaré nunca, no podría volver a ser paciente, amable y generosa con nadie y me convertiré en una mujer desagradable y amargada.


La curandera sonrió con placer mientras miraba el rostro ansioso de la mujer y dijo:

Hemos solucionado tu problema con las dos fórmulas que te indiqué.


¡ Sólo me diste una ¡ gritó la joven cada vez más preocupada.


No, dijo la hechicera, te di dos remedios, uno para tu suegra y otro para ti.

La hierbas no son venenosas, al contrario, son buenas para ella, le relajan y le ayudan a descansar y a tener mejor ánimo.

La mujer le miraba asombrada mientras continuaba hablando la curandera y a ti, las "hierbas" que necesitabas, generosidad, calma, aceptación y cariño.


Vuelve cuando quieras le dijo, no tengo brebajes para todo, pero siempre encuentro algún remedio.


La joven mujer comprendió por que la hechicera era la persona más sabia de la aldea, no intentaba enseñar nada, sencillamente ayudaba a la gente a que aprendiera por sí misma.






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1 comentário


Lola Miranda
Lola Miranda
08 de mar. de 2023

Jajajja las hierbas bien prescritas son buenas para casi todo... Siempre me gustaron los cuentos chinos!!!

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