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Foto del escritorCarmen San Antón Pedernales

LOS ADVERSARIOS DE LA FELICIDAD.



El adversario, de Emmanuel Carrére, relata un hecho escalofriante y oscuro: el 9 de enero de 1993, un ciudadano francés llamado Jean-Claude Romand mató a su mujer, sus hijos, sus padres e intentó, sin éxito, darse muerte. La investigación reveló que no era médico, tal como aparentaba y cosa aún más difícil de creer, tampoco era otra cosa. Mentía desde los dieciocho años.

A punto de verse descubierto, prefirió matar a su familia más cercana, incluso acabó con la vida del perro de sus padres.

Emmanuel Carrére , un escritor valiente, emprende un viaje al corazón del horror relatando con precisión y maestría esa vida de soledad e impostura, intentando comprender a un ser humano tan extremo, tan monstruoso y espantoso en su esencia y tan normal, tan buen vecino, padre y amante esposo en apariencia.

Se ha comparado este relato de no ficción con la obra de Truman Capote A sangre fía, y efectivamente, las dos penetran en el lado oscuro, lo cual puede tener un alto precio para el ser humano que se atreva a transitar por semejantes lodos. T. Capote lo supo muy bien, escribir y conocer a los personajes de A sangre fría, le afectó negativamente en su vida personal y profesional, a pesar del enorme éxito y de la importancia literaria de su novela.

No parece éste el caso de E. Carrére, quizá por que Capote y él son personalidades muy diferentes, Capote era una persona muy desequilibrada emocionalmente y E. Carrére transmite contención, respeto, equilibrio, profesionalidad y asombro ante los entresijos de la mente humana. En fin, las dos son novelas excelentes pero diferentes, aunque son historias reales, la realidad de El adversario es para mí, la más terrorífica y desoladora pues el vecino respetable y educado de al lado es el monstruo que no vemos hasta que el mal se manifiesta, como ocurrió en este caso. ¿Cómo hemos podido vivir tanto tiempo al lado de este hombre sin sospechar nada?, se preguntaron los vecinos, amigos, conocidos y familiares del Sr. Romand.

E. Carrére retrata a un hombre poco atractivo, grande, blando, que desde su adolescencia genera desinterés entre la gente, no genera rechazo, es admitido en todos los lados, pero si falta de algún sitio, nadie le llama. Da igual que esté que no esté.

Sí está, bien y si no, también.

Siempre he pensado que no hay nada más doloroso que la indiferencia, es lo contrario del amor. El odio y el rechazo destruyen también al que los siente, como la envidia, pero son sentimientos intensos. La indiferencia es el vacío, la nada, el no ser.


Él se dio cuenta de que no pasaba nada por mentir, mentir, mentir...nadie se preocupaba por saber quien era realmente, es más, cuanto más mentía, mejor le iba.

Su discreción (no hablaba de su trabajo, un alto funcionario de la OMS en Ginebra ni de sus importantes colegas ni de su excelsa carrera de médico, como es lógico) fue entendida como una virtud, un hombre lleno de modestia y sencillez que en vez de presumir de su nivel en un entorno de clase media alta, prefería escuchar a los demás, ser servicial, buen católico y un ejemplo de naturalidad, sobriedad y humildad.

En realidad, nadie sabía, ni su mujer ni sus padres, sus dos hijos eran pequeños, a qué se dedicaba exactamente, solo que era un dirigente de la OMS, que era muy importante y que había que dejarle tranquilo con sus muchas obligaciones.

¿De que vivían si no trabajaba en nada y todos los días salía en su coche en dirección a Ginebra?. Su mujer era farmacéutica y hacía sustituciones, pero eso no era suficiente para su nivel de vida. Pues muy sencillo, conseguía dinero de familiares y alguna amistad con más y más mentiras que nadie se preocupó de contrastar y proponiendo y realizando (decía él) ilegalidades bancarias muy difíciles de declarar públicamente. Por supuesto, no realizó ninguna, y mentía tan bien que se quedaba la pasta de esa gente, era de lo que vivía. Lo interesante es que todos confiaban y le daban un dinero respetable para que invirtiera en bancos suizos y cuando pasaba el tiempo y nadie veía un duro, unos no decían nada por vergüenza y a los que pedían alguna explicación le contaba patrañas tremendas pero creíbles.

No me quiero extender con el personaje por si queréis leer o habéis leído El adversario.

El libro cuenta muchos detalles y reflexiones de escalofrío para amantes de emociones fuertes, gente con sensibilidad.(No confundir con sensiblería).

Una de las muchas reflexiones que me invadieron con su lectura, es que preguntamos poco, por discreción, por respeto, por pereza, por muchas razones...preferimos vivir contemplando la cáscara, sobre todo, sí es reconfortante lo que vemos.


Bertrand Russell en su precioso y útil ensayo "La conquista de la felicidad", divide su tratado en dos capítulos: Las causas de la desgracia y Las causas de la felicidad.

Releyendo el libro de B. Russell, he apreciado lo fácil que es ser feliz y lo difícil que lo hacemos. A B. Russell ni la cárcel (por pacifista durante la I Guerra Mundial), ni los contratiempos académicos y sociales, ni los escándalos, ni las campañas de ridiculización de sus actitudes y de su figura misma, consiguieron nunca hacerle cejar. En 1950 recibió el Premio Nobel de Literatura y murió con 98 años siendo el filósofo viejo más popular entre los jóvenes.

Filósofo preocupado y estudioso de la Buena Vida, defiende el ocio, el saber aparentemente inútil que busca la verdad y la educación para la felicidad, estableciendo las cualidades del "carácter ideal", propicio para conseguirla:

Vitalidad-valor(capaz de percibir racionalmente los peligros reales)-sensibilidad-inteligencia-libertad-autodisciplina-veracidad-afecto y simpatía-gusto del juego-desarrollo de la fantasía(también la ciencia, puntualiza, estimula la imaginación) y capacidad para la aprehensión y el goce de la belleza.

Leyendo "El adversario" he observado que su protagonista solo muestra dos de estas capacidades: La inteligencia, es responsable de su vida, y el gusto del juego, para mentir durante durante tantos años tiene que gustarte el juego, hasta que le pillaron haciendo trampas y terminó como hemos dicho. Era incluso mal jugador, no acepta la derrota y mata a los inocentes. Por tanto, quizá solo tiene inteligencia, actualmente esta en la cárcel. El Sr. Romand es un ejemplo de falta de carácter, en el sentido de la Buena Vida, así como Nelson Mandela o Frida Kahlo, por nombrar a personas conocidas, son el ejemplo justo de lo contrario, "el carácter ideal" encuentra en ellos un acomodo total que explica sus vidas llena de épica y fortaleza.

El caso del falso médico francés que relata "El adversario" es extremo por la duración de la mentira y por su trágico final, pero es mucho más habitual de lo que creemos. Todos los días desaparece gente voluntariamente de la que nada vuelven a saber sus familiares ni vecinos, las razones son variadas, tantas como personas, pero es frecuente que se dé por llevar una vida de impostura y mentiras. Cuando creen que van a ser descubiertos o no pueden sostener su falsedad, desaparecen, probablemente para iniciar otra vida falsa, lo contrario de la Buena Vida de la que habla B. Russell.

Los adversarios de la felicidad más terribles según él, son la preocupación egocéntrica y el temor a la opinión pública, entendiendo ésta como miedo al juicio de amigos, vecinos, familiares,...

La felicidad es una conquista, nadie nace ni feliz ni desgraciado, Russell que era un vitalista, nos confiesa que no siempre lo fue y nos hace una extraña confesión:

"En la adolescencia odiaba a la vida y estaba continuamente al borde del suicidio, del cual, sin embargo, me abstuve por el deseo de saber más matemáticas".

Sustituye, si lo deseas, matemáticas por música, cocina, biología, orfebrería, derecho, horticultura, panadería, pintura, artes marciales, política, magia,... y conseguiremos disminuir la preocupación egocéntrica y el miedo a las opiniones ajenas. Por cierto, este filósofo, pedagogo, matemático, ensayista y defensor de la objeción de conciencia, daba una importancia absoluta al desarrollo del afecto y la simpatía, no solo a nuestro círculo íntimo, sino a la humanidad y sus aspectos culturales y materiales.

Ya sé que no cuento nada nuevo, todo está ya dicho y todo hay que repetirlo constantemente, nuestra memoria es frágil y nuestra autodisciplina, más.



Como TODO está dicho ya desde hace cientos y cientos de años, por lo menos desde hace 2.500 años, año arriba, año abajo, voy a terminar con un poema que tiene unos 500 años, que fue un éxito en su época, el siglo XVI y que hoy lo sigue siendo:


Gocémonos, Amado,

y vámonos a ver en tu hermosura

al monte o al collado

do mana el agua pura;

entremos más adentro en la espesura.


Y luego a las subidas

cavernas de la piedra nos iremos,

que están bien escondidas,

y allí nos estaremos,

y el mosto de granadas gustaremos.


Allí me mostrarías

aquello que mi alma pretendía,

y luego me darías

allí tú, vida mía,

aquello que me diste el otro día.


Cántico espiritual. San Juan de la Cruz.


Que este maravilloso, erótico y sensual poema fuera compuesto en una cárcel, en una oscuridad total (su celda carecía de iluminación), soportando en silencio el hambre y las torturas que le dejaron cicatrices de por vida, (estuvo 8 meses encerrado hasta que consiguió escapar) y que, Juan lo repitiera una y otra vez, entre las tinieblas, para no olvidarlo y para consolarse,( no tenía ni papel ni pluma) me llena de admiración y asombro y también de esperanza en nuestra fortaleza y en nuestra capacidad de ser libres y felices.


!Que los cánticos iluminen nuestras tinieblas!. ! Salud!.














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