Imágenes de Lu eta Le, (2016), obra teatral de Bernardo Atxaga sobre el universo de lurdes Iriondo y Xabier lete.
Ez nau izutzen negu hurbilak. (No me asusta el cercano invierno).1985
No me asusta el cercano invierno No me asusta el tener que expirar
en el calor pleno del verano en el último momento
pues sé que el presente permanece pues aunque los caminos
también en el futuro insignificantes cerquen los campos
alineados de alguna manera, el vino nuevo condimentará
momento tras momento, los viejos troncos de las vides
en una cadena quieta, y nuestro presente asentará
hasta que todo se transforme en presente el mañana de otros.
en la raíz del ser.
No me asusta el frio de blanco aliento No me entristece el recoger
en el amanecer, las últimas flores del jardín,
cuando todo parece el andar sin aliento,
una vasta naturaleza sin vida más allá de todo límite,
porque el corazón guarda la luz buscando una razón,
de todos los hermosos soles idos el humillar todos los sentidos
y en los ojos alertan los mil recuerdos del pasado. a la luz del atardecer,
ya que la muerte trae consigo
un sueño que apaciguará
los sueños para siempre.
Xabier Lete. 1985
Xabier Lete (1944 - 2010) y Lurdes Iriondo (1937 - 2005) fueron una pareja artística y sentimental que han dejado una profunda huella en la cultura vasca por su calidad humana y creadora (poesía, música, teatro y compromiso social) en tiempos muy difíciles y complicados. Artistas que vivían, sentían, pensaban y se expresaban en euskera, eran profundamente universales y humanistas.
Lu y Le, como diría Bernardo Atxaga, fueron dos personas que con creatividad y amor a la vida tuvieron que convivir con un destino desventurado: la enfermedad incurable.
Lurdes estaba enferma del corazón desde los 18 años, tenía estenosis mitral y esto le obligó a someterse a diversas operaciones para sustituir la válvula.
En 1985, a Xabier se le manifestó un síndrome de origen genético que afectaba a su aparato digestivo y no tenía ni tratamiento ni cura.
El año 2005, murió Lurdes y Xabier escribió:
Acógeme, mi amada, en mi último día Jaso nazazu maitea azken egunean
Sal a mi camino, y afable y sonriente, Zatos nere bidera eta adeitzu, irriz,
llámame por mi nombre dei nazazu nere izenez
Para que yo también me salve con tu compasión Ni ere erruki handian
Yo con los demás, todos glorificados salbatua izan nadin
para siempre en el amor. Salbatuak elkarrekin eta
maitasunean glorifikatuak beirako.
No hay llantos en este poema, ni lamentos por la ausencia, ni dolor por la pérdida, hay ternura y agradecimiento por lo vivido que continua viviendo en su memoria y su corazón. En los poemas de Xabier Lete hay esperanza de que nada haya sido en vano, nuestros esfuerzos, ilusiones y trabajos tienen continuidad en los otros que vienen, hay gente que cree en la otra vida o eso dicen o en la reencarnación o en paraísos eternos. Otr@s creemos en el "aquí y ahora", la vida nos parece suficiente regalo y no esperamos ni más ni menos que vivirla lo más plenamente posible. Entiendo que su último día será para ella o sea, ella sigue en él y él en ella, pues lo único que nos salva es el amor. Nadie mejor que ellos para saberlo en esa convivencia tan cercana a la muerte. Creo que les salvó la vida el que fueran verdaderos artistas, fueron pioneros, abrieron caminos que luego transitaron otras generaciones.
El invierno ocupa en el poema de Lete el lugar de la muerte, su salud empeoraba en invierno y mejoraba con la primavera y el verano. No le asusta la muerte porque esta lleno de vida, dice:..."el corazón guarda la luz de todos los hermosos soles idos...", siempre hay luz, nos dice Xabier, aunque el invierno aceche.
Se dice que el que tiene miedo a morir es porque tiene miedo a vivir. Yo, no sé.
Estos dos artistas vivieron con la muerte enseñándoles la patita por debajo de la puerta, abrid para que entre, decía la oscura compañía, ellos le cerraron la puerta con música, poesía, compromiso, ternura y pasión.
Al final, siempre entra, inevitable, pero engañándole cada día, cada día un regalo, un día más...para recoger las últimas flores del jardín.
El poema, cantado por Mikel Laboa, fue escrito el mismo año que le detectaron la enfermedad a Lete, no sé si ésta influyó en el poema, pero me atrevería a decir que sí.
La mejor manera de defenderse del "invierno" es no teniéndole miedo y la mejor manera de lograr esta paz es con la ilusión y el esfuerzo de la creación y el amor.
Lu y Le vivieron así, sabiendo que" el vino nuevo condimentará los viejos troncos de las vides". Tod@s somos "vino nuevo" y "viejos troncos" a lo largo de nuestra existencia.
Esperemos que ese "vino nuevo" no se convierta en vinagre y alegre el banquete de la vida, antes de que llegue el invierno.
Me ha encantado. El poema y la historia. Sin duda, la convivencia con la muerte de manera constante, como compañera de vida, de alguna manera obliga a la conciencia constante del existir. Al sentir que estar vivo es un regalo. A apreciar cada momento de manera más intensa. Así habrá de importar menos si el momento es bueno o malo, pues lo importantes es que estás en ese momento.
Preciosa reflexión, amiga. Un placer seguir leyéndote.
leer y emocionarse, por que todos tenemos miedos y amores, ¿Qué prevalece mas? felicidades a la escritora, sigue así.