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Foto del escritorCarmen San Antón Pedernales

SOLTAR LA VACA

Un viejo cuento oriental, que quizá conozcas, cuenta que un viejo y sabio monje iba caminando por su país cuando, en una de sus caminatas, ya anocheciendo pidió asilo en una humildísima cabaña donde vivía una familia muy pobre.

Respetando la antigua ley de la hospitalidad, le dieron cobijo y compartieron con él lo que tenían, un poco de leche y pan.

El monje reposó un breve tiempo en la cabaña y conoció la historia de la familia.

Desde que recordaban habían sido muy pobres, apenas habían tenido nada más que una vaca, ahorraban lo poco que podían para que cuando faltara, pudieran comprar otra. Así habían vivido siempre y no se imaginaban una vida sin su vaca.

El monje agradeció su generosa acogida y prometió orar por la salud de la vaca, realmente el miembro más valorado de la familia.


El monje siguió su camino pero no olvidó a la familia, sentía pena de su miseria y se preguntó sí podría hacer algo para remediarla. Después de mucho meditar, llamó a uno de sus jóvenes discípulos y le dijo:

Toma esta dirección, encontraras una mísera cabaña con una familia y una vaca.

Procura que no te vean y cuando estés seguro, coge la vaca y suéltala, haz que se marche lejos para que no la puedan encontrar.

Pero, maestro, no puedo cometer una acción tan malvada, dijo el discípulo, no tienen más posesiones.

Confía en tu maestro y obedece, dijo el viejo monje.

El joven, aunque no entendía el propósito de su encargo, respetaba a su maestro y le obedeció. Tal como le había dicho, encontró el lugar y cumplió su cometido.


Pasaron los años, el joven discípulo se hizo mayor sintiéndose apesadumbrado por la mala acción que había cometido y decidió que la arreglaría en cuanto pudiera.


Salió del monasterio y se encaminó hacia la zona donde creía recordar que vivía la familia. Creyó que se había perdido y decidió preguntar en una bonita casa con su huerto, su pozo y sus animales.

Explicó a quienes buscaba y para su regocijo , la dueña exclamó: ! Somos nosotros!.

Pase y tome un vaso de agua, así era, dijo, éramos muy pobres y cuidábamos de nuestra vaca, pero no sabemos cómo, se soltó y la perdimos.

Nos quedamos sin nada por primera vez en nuestras vidas y tuvimos que empezar de nuevo.

Ante nuestra desgracia, un vecino nos regaló unas semillas y otro nos prestó un arado. Ahora somos agricultores, vendemos en el mercado y tenemos gallinas, un cerdo y un burro. Estamos mucho mejor que antes con la vaca, !quién lo iba a decir! ,con el disgusto y la preocupación que nos entró cuando la perdimos.


Todos tenemos alguna vaca que soltar a lo largo de nuestra vida. Hablo en singular, nadie tiene muchos problemas o muchas adiciones, siempre tenemos un problema o una razón que nos impide crecer o prosperar. Todo lo demás son apéndices a los que solemos dar vueltas y vueltas sin llegar al origen. Ahí está la vaca, grande y hermosa, nos da seguridad, !Que miedo soltarla!. Lo dice la cultura popular: Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

La cuestión es que sin "soltar" no podemos avanzar, es importante hacerlo en silencio, sin rencores ni dolores, si no es así, no sirve, porque no consiste en enfadarse, ni reprochar, ni vengar ni pelear ni discutir. Así, no se suelta nada, es más nuestra vaca crece y crece y al final es tan grande como un mamut.

Para "soltar" hay que estar en paz, verlo claro, perdonarse y perdonar, sentir la vaca como una carga, una mochila llena de pan duro y cambiarla por otra con pan reciente.

Podemos "soltar" cuando confiamos y perdemos el miedo.

En la vida nos esperan muchas vacas, todas llegan una por una, vamos soltando y recogiendo y es posible que haya alguna que se quede para siempre porque sí, porque es la nuestra, porque nos gusta y la hemos elegido. A esa hay que cuidarla, mimarla, y ordeñarla, como dice una vieja canción: "Tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera, me da leche merengada, hay que vaca más salada, tolón, tolón..."


Pues eso, mi vaca no es una cualquiera...Hay que elegir bien la vaca para no tener que soltarla. Y sí hay que hacerlo, adelante sin miedo, siempre encontraremos alguna que nos dé leche merengada. !Qué vaca más salada !.

La cuestión es que identificar el problema es bastante difícil, nos equivocamos con frecuencia y por eso puede ser bueno seguir unas ideas estoicas que nos pueden ayudar:

  • Aceptación: Es la capacidad de asumir la vida tal como es, con situaciones agradables o desagradables, sin intentar combatir o cambiar aquello que no podemos controlar.

  • Ecuanimidad: Actitud de estabilidad y equilibrio. Son necesarios valores como la tolerancia, la compasión, la serenidad y la comprensión. Es la capacidad de no juzgar precipitadamente, de estar abierto a nuevas situaciones y de no ser controlado por nada y por nadie.

  • Introspección: Es el acto de mirarse a uno mismo, de buscar en el propio interior, en nuestros pensamientos y sentimientos, con el objetivo del autoconocimiento para poder identificar, interpretar y comprender nuestras emociones y conductas.

A veces, es tan complicado "soltar" lo que nos entorpece, que toda ayuda es poca.

! Suerte con tu vaca!.













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